La academia, ¿una trinchera de resistencia?

La academia, ¿una trinchera de resistencia?

Por: Sharon Diaz

A través de los tiempos, la cultura que ha prevalecido ha sido de dominación del masculino sobre el femenino, estando la mujer dedicada a las labores domésticas. Este aislamiento no permitía que el conocimiento generado por ellas tuviera reconocimiento.

Actualmente, el machismo, la opresión, la competencia y la violencia contra los conocimientos aportados por las mujeres son el día a día en los espacios académicos. El sistema patriarcal, también controla la elaboración de conocimiento, estableciendo qué es válido y qué no lo es. Esta validación ha dado pauta a condicionarnos como debemos vivir y comportarnos dentro de la sociedad.

La ciencia, que es el conocimiento de algo, para el patriarcado debe ser sólidamente confiable, objetiva y verdadera. Este discernimiento, que no solo la tienen las personas que llegan a estar sentadas en pupitres de prestigiosas universidades, es obtenido a través la observación y experimentación.

Las mujeres, que en su mayoría realizan labores de cuidados poco gratificantes, también tienen conocimientos que van puliendo con el paso de los años, como cualquier otro. Por ejemplo, una colectiva de mujeres que esta al cuidado del agua, un elemento indispensable en la existencia humana, o de una parcela de maíz; cotidianamente realizan prácticas que están sosteniendo la vida de ellas y de su entorno. Sin ellas, la población del territorio vería disminuida las oportunidades de cubrir las necesidades esenciales del ser humano como es la nutrición, por citar algún ejemplo. Estas prácticas forman parte de un conocimiento generado a través de su contexto y experiencia. Las mujeres que realizan cuidados de manera individual o colectiva están generando conocimientos, que difícilmente la academia podría validar ya que no cumple con las particularidades impuestas por el grupo hegemónico masculino.

Menos mal que dentro de la academia existen redes de mujeres que están resistiendo, dando aliento y motivando a nuevas generaciones, realizando y promoviendo proyectos con otra visión. Lo más interesante de este tipo de proyectos es que busca darle otro giro al paradigma tradicional de hacer investigación, al aplicar un modelo participativo en el que se incluye la colaboración entre académicas, sociedad civil y estudiantes de diferentes disciplinas. Por otro lado, este tipo de proyectos hacen hincapié en que tenemos que hacer frente a los desafíos ecológicos, tecnológicos, económicos y políticos, juntos como sociedad sin tratar de separar estos ámbitos, sino con una visión integral.

La investigación es fundamental para el bienestar de una sociedad, pues esta nos ayuda a enfrentar los retos encontrados en el presente a través de nuevas estrategias e ideas. Por ello, es tiempo de contar con más espacios académicos en los que se permita construir conocimiento desde la visión y necesidades de la ciudanía para que pueda existir un futuro armónico en el desarrollo de mujeres y hombres. Por lo que es esencial que los tomadores de decisiones asignen recursos suficientes e inviertan en academias e instancias de investigación, para dar continuidad a proyectos vinculatorios entre la sociedad y la academia, que coadyuven a la paz social. Sin la participación social los proyectos de investigación se quedan en el escritorio, sin materializarse.

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