La menstruación digna como aspiración colectiva

La menstruación digna como aspiración colectiva

Por: Verónica Denisse Estrada Calzada

En México 3 de cada 10 mujeres han tenido dificultades para comprar toallas sanitarias, de ellas, el 50% ha renunciado a comprar alimentos, medicamentos u otros servicios para adquirirlas, el 43% de las niñas y adolescentes se han visto impedidas para asistir a sus centros educativos durante su periodo menstrual, el 30% usa papel de baño, el 66% piensa que los baños de sus escuelas están sucios y el 17% se lava las manos sin jabón (Higiene Menstrual, UNICEF).

¿Qué es la menstruación digna y cómo en México las diferencias biológicas se siguen traduciendo en desigualdades sociales, sistémicas y estructurales? La menstruación digna es el reconocimiento de que todas tenemos derecho a contar con los recursos y condiciones necesarias para gestionar nuestra menstruación de manera informada, saludable y funcional. Es una mirada integral que reconoce desde el derecho a recibir una educación sensible a las realidades del ciclo menstrual, hasta la obligación del Estado de garantizar el acceso a productos de gestión menstrual a todas las mujeres y personas menstruantes a quienes sucede esta realidad biológica.

Los tabúes sociales que continúan permeando en la actualidad acerca de este tema (solo el 5% de los padres y madres hablan con sus hijas sobre esto y el personal de salud pública solo incide sobre el 5% de las menores: UNFPA), la falta de acceso a servicios públicos como derecho que garantice una adecuada gestión e higiene menstrual, la carencia de políticas públicas e iniciativas de ley con perspectiva de género por parte de nuestros representantes que no solamente visibilicen, sino que atiendan y accionen para transformar las realidades que a las mujeres se nos ha obligado a callar durante siglos, ha detonado en el acrecimiento tanto de la pobreza menstrual, como de las desigualdades sociales, educativas y estructurales que siguen siendo consecuencias injustificadas del sexo con el que nacemos.

La lucha histórica de las mujeres por erradicar las violencias e injusticias que nos atraviesan, no puede dejar de lado que esta resistencia “no se trata de repartir el pastel entre ambos sexos, sino de hacer uno nuevo”, traduciéndose en que no sólo queremos, sino exigimos y necesitamos garantías individuales y colectivas con enfoque feminista, que reconozcan la interseccionalidad de las mujeres, que visibilicen las desigualdades coyunturales que con las décadas se han vuelto estructurales, que analicen que no solamente se trata de que nuestras niñas dejen de asistir a la escuela “un par de días al mes” durante su periodo menstrual, implica inherentemente el hecho de que todas ellas son mujeres que pierden del 10 al 20% de sus días escolares al año en los cuales pudieron haber adquirido conocimientos que no recuperarán, vulnerando su pleno derecho a la educación y acrecentando las desigualdades de género, ejemplificando lo anterior.

Hay mucho trabajo por hacer en todos los espacios respecto a la menstruación digna, tema que atañe directamente a más del 50% de la población mundial y al 51.2% de las personas en México (INEGI, 2020) – por si se nos sigue considerando una “minoría”-. Sin embargo, somos nosotras mismas, las ciudadanas, la colectividad, quienes hemos logrado que se aprueben diversas leyes que consisten en la eliminación del 16% del IVA en los productos de gestión menstrual, así como la gratuidad de toallas, tampones y copas menstruales en los centros educativos, siendo el estado de Michoacán el primero en aprobar esta última. Habrá que realizar un trabajo exhaustivo de evaluación sustantiva para que esto no sólo se quede en el “papel”.

Menstruar dignamente es un derecho, no un privilegio. Y las licencias menstruales en la totalidad de la República Mexicana, ¿para cuándo?

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