#Tribuna … Necesitamos el triunfo
Por Lucía Esquivel
Fotografía: Sergei Román
A estas alturas todo el mundo sabe que Atlético Morelia perdió dos por uno ante Tapatío, en el jugado de ida de la gran final de la Liga de Expansión. Hablamos de futbol.
En este momento, reconocemos la incomodísima sensación que nos dejó el segundo tiempo. Justo después de la angustia que atravesamos durante los primeros 45 minutos del partido, donde nos metieron dos goles: el primero, por Juan Brígido en el minuto 16 y el segundo, vía José “Tepa” Gonzáles al 43’. Pero a este partido no lo define la derrota, ni la tristeza en casa propia; no sólo porque aún resta la vuelta, sino porque ver jugar al equipo de tu ciudad implica muchas otras cosas.
Pasar más de una hora en el tráfico camino rumbo al Morelos fantaseando con la victoria; entonar la primer porra con tus amigues y familia a todo pulmón; tal vez, distraerte un segundo del juego para ver el atardecer en el hermoso cerro del Quinceo, adornado con casas de campaña de paracaidistas; llenarte la boca con grasa de una torta de carnitas, flautas y papas con mucho limón o garbanzos si cuidas tu figura; también contemplar la coreografía de banderas, pompones amarillos y rojos que visten los tambores y trompetas que tienen la tarea de marcar el ritmo del juego; ni mencionar los gritos eufóricos cada que el rival arrebata el balón; y cómo olvidar el desahogo físico y emocional cuando el árbitro no marca falta acorde al criterio del aficionado experto.
El segundo tiempo estuvo mejor. Reconozco y celebro el golazo que nos regaló Jonny Uchuari en el minuto 53 – en realidad, habría sido el colmo si lo hubiera fallado… ¡era tiro libre! -, saben una cosa, ese instante me dio la oportunidad de experimentar lo que habría sido la euforia de salir victorioso. Saboreé con todo el cuerpo los gritos, saltos y porras, especialmente porque era mi segunda vez en un Estadio.
Bajo mi criterio inexperto, puedo señalar con cierta indignación, las lentitudes del jugador 7 del Atlético Morelia, Omar Islas, quizá, si hubiera apretado el paso medio kilómetro por hora más a la hora de correr por un pase o si, tal vez, hubiera tocado el balón antes de tirar a la portería MULTIPLES VECES, quizá la historia hubiera sido diferente. A lo mejor, la victoria habría sido para el Morelia. Pero, como dije, desconozco.
De cualquier manera, manteniéndonos optimistas, aún tenemos la oportunidad de triunfar en el juego de este sábado, a las 20:05 horas en el Estadio Akron, en Zapopan. Probablemente el accionar del equipo se mejor porque regresaran al cuadro titular elementos con los que no contamos en el juego de ida. Sólo toca esperar que la victoria, sostenida, por supuesto, por el esfuerzo del equipo y el cariño de los aficionados michoacanos (son varios los camiones que saldrán de Morelia que pintaran de amarillo y rojo el estadio) nos cubra con su sagrado manto. Nosotros necesitamos este triunfo… Incluso me atrevo a decir: lo merecemos.